domingo, 20 de noviembre de 2016

PRESENTACIÓN DE LA VIRGEN MARÍA.

Desde pequeña la Madre de Dios mostraba ser una criatura especial, llena de la gracia del Espíritu Santo. Por eso sus padres, san Joaquín y santa Ana, según nos cuenta una antigua tradición, la presentan en el Templo de Jerusalén para que viva allí consagrada a Dios hasta que llegue a la madurez. María, Templo del Espíritu Santo desde su Inmaculada Concepción, y morada del Hijo de Dios desde la Encarnación, nos recuerda que todos nosotros somos un templo de Dios. Desde el día en que nuestros padres nos bautizaron en el templo recibimos el Espíritu Santo en nuestra alma, y el Hijo de Dios nos escogió como morada para habitar en nosotros. Mirando la pureza de María, Inmaculada como un templo consagrado a Dios, reconocemos que también el cristiano es un templo, donde Dios habita y en el que quiere ser amado y adorado.

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