miércoles, 13 de febrero de 2013

En el día de san Valentín no viene mal recordar que cuando Jesús le pidió a san Pedro que cuidara sus ovejas le preguntó: ¿Pedro, me amas? Más allá de las quinielas y los reportajes más o menos sesgados, los católicos descubrimos en la figura del Santo Padre un reflejo del Amor de Jesús por su Iglesia. Por Amor a la Iglesia, precisamente, es por lo que ha renunciado Benedicto XVI, como él explicó ayer. Así, aunque la noticia nos ha dejado en el alma la sensación del misterioso rayo que cayó sobre san Pedro el mismo lunes por la noche, esperamos con paz el desarrollo de los acontecimientos a partir de ahora. El día 28 Benedicto XVI se retirará a Castelgandolfo, lugar cercano a Roma donde pasan el verano tradicionalmente los Papas, mientras se acondiciona el pequeño monasterio que Juan Pablo II quiso fundar en los jardines vaticanos. Allí pasará el tiempo que Dios quiera, posiblemente como Obispo Emérito (jubilado) de Roma, hasta que vaya a encontrarse con el Pastor de toda la Iglesia. Sólo cuando el Papa se retire puede empezar la elección de su sucesor, por lo que entre los dos el gobierno de la Iglesia queda en "standby", bajo la responsabilidad del Cardenal Camarlengo, el italiano Tarsicio Bertone. A las dos semanas empezará el cónclave de cardenales, con lo que es muy previsible que el nuevo Papa sea elegido cerca de la fiesta de san José, Patrono Universal de la Iglesia. No es mal día, quedando además elegido para poder celebrar la Pascua en el Vaticano.

Se reúnen todos los cardenales del mundo, quienes van ya rezando, pensando y comentando su trascendental decisión, que todos acompañaremos rezando al Espíritu Santo para que guíe correctamente, como siempre ha hecho, su decisión. La reunión es en la Capilla Sixtina, bajo los frescos de la Creación y frente al fresco del Juicio Final, todos de Miguel Angel, para que no olviden que su decisión ha de partir de Dios y por ello supone una gran responsabilidad, de las que se les pedirá cuentas. Uno de ellos saldrá de la Capilla elegido como Papa, con un nombre que él mismo elegirá a su arbitrio. El Papa actual escogió su nombre, por ejemplo, como recuerdo a san Benito, evangelizador de Europa, a la vez como homenaje a Benedicto XV, el Papa que tuvo que pacificar Europa en tiempos de la I Guerra Mundial. Las características de este nuevo Papa, la verdad, sólo las conoce el Espíritu Santo, en cuya luz deberán basar los cardenales su decisión. Por ello especular sobre ello ni es muy eficiente ni muy respetuoso con los designios de la Providencia. En este caso más que en otros, "Dios sabrá". Y ya está. Bien sabe Jesús la persona más adecuada para hacer presente entre nosotros el Amor del Buen Pastor. Nosotros seguimos dando gracias a Dios por el ministerio de Benedicto XVI, al tiempo que encomendamos al Espíritu Santo la mejor decisión y a la Virgen Santísima el cuidado de esta hermosa nave que es la Iglesia, de la que Ella es la mejor Capitana.

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