lunes, 11 de febrero de 2013



A estas alturas del día todos hemos conocido esta impactante noticia para todos los católicos y para el mundo entero. Mucho se podría decir sobre esta inesperada decisión de Benedicto XVI, nuestro Papa, a quien pudimos saludar con tantísima emoción y cariño en El Escorial o en Madrid durante la JMJ2011. Ahora, sin embargo podríamos destacar tan sólo unas pocas ideas para intentar comprender el profundo significado de este gesto.
1.- Es un acto de profunda obediencia a Dios. El Papa, en conciencia, como él mismo dice, percibe que la enorme responsabilidad de dirigir la Iglesia, en estos difíciles momentos para el mundo entero, no puede ser asumida por una persona con sus limitaciones. Escuchando la voz de Dios en la conciencia, y desoyendo la tentación de agarrarse al puesto pase lo que pase, Benedicto XVI ha decidido dar este difícil y comprometido paso adelante.
2.- Es un acto de profunda humildad. Este querido Papa, el Papa sabio y humilde, ha querido dar este paso con discreción, sin echar la culpa a nadie, sino tan sólo reconociendo sus limitaciones, y además pidiendo sinceramente perdón (cuando lo dice en el video original se pone la carne de gallina aunque sea en latín).
3.- Es un acto que nos recuerda la necesidad de rezar por la Iglesia que todos los católicos debemos sentir en el corazón. La carga de la Iglesia no puede descansar sólo sobre los débiles hombros de sus pastores. Todos reconocemos hoy que el Papa necesita contar con nuestra oración por las necesidades de la Iglesia entera, y que por tanto todos somos responsables de sacar adelante la misión de la Iglesia con nuestra oración y con nuestra tarea diaria.
4.- Es un acto que nos llama a la gratitud personal. En 2005, Joseph Ratzinger aceptó la enorme tarea de ser Vicario de Cristo después de un gigante como el beato Juan Pablo II. Todos hemos visto cómo desde entonces no ha ahorrado energía ni tiempo a la hora de servirnos a todos los católicos en la medida en que sus fuerzas, a veces más y a veces menos, se lo han permitido. Nos ha regalado a todos nosotros los años en los que la mayoría de nosotros dedicaríamos a descansar y a gozar de un merecido retiro después de una larga vida de trabajo. ¡Gracias, Santo Padre! Por estos años de entrega en medio de la limitación y las dificultades.
5.- Es un acto infrecuente pero no insólito. No supone una crisis en la vida de la Iglesia, sino que es una decisión que, aunque infrecuente (sólo tres Papas han renunciado a la sede de Pedro antes que Benedicto XVI) está prevista. El mismo Papa hablaba con toda normalidad de esta eventualidad hace tres años en uno de sus libros. No suele pasar, pero si pasa no pasa nada especialmente grave. Valgan las redundancias.
6.- Es un acto que nos mueve a renovar nuestra fe en la Iglesia. Que el Papa sea el Vicario de Cristo en la tierra significa que por encima de sus decisiones está el gobierno de Cristo, que es verdaderamente el Capitán de esta hermosa nave que es la Iglesia. Los Papas se suceden, Jesucristo permanece. Es El quien da a la Iglesia su estabilidad y su permanencia a lo largo de siglos de dificultades y de renovaciones. Creemos en la Iglesia porque creemos que es la nave de Cristo, pilotada por El, a través de las manos de Pedro y sus sucesores.
7.- Es un acto que nos mueve a todos los católicos del mundo a rezar en firme por Benedicto XVI, quien volverá a ser Joseph Ratzinger el 28 de febrero para dedicarse a la oración por la Iglesia. Y vamos ya pidiendo y queriendo a su sucesor, que será elegido, si Dios quiere, en el cónclave del próximo mes de marzo. Al Papa le queremos siempre, sea quien sea, porque, como decía santa Catalina de Siena, es siempre "el dulce Cristo en la tierra".

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