Sin duda la parte de la obra más llamativa es la reposición del paso de ronda que, con su conjunto de torreones, remataba la cabecera de la iglesia. En efecto, la construcción original del ábside de la iglesia era, como se ha indicado en varias ocasiones, una estructura fortificada, que se perdió en un momento que no se conoce. La intervención actual está permitiendo la recuperación del aspecto original de la iglesia, y esto no sólo con una finalidad histórica o estética, sino también estructural, pues el retranqueo del tejado permite que apoye sobre el muro, y no sobre los frágiles arcos del paso de ronda. Con ello la iglesia gana muchísimo en aspecto y solidez. Eso sí, a la piedra escogida por los técnicos de la Comunidad de Madrid para reconstruir los torreones, nos va a costar un poco acostumbrarnos. Esperemos que el tiempo, que todo lo iguala, reduzca el contraste, algo desagradable, que se observa ahora mismo entre los elementos nuevos de la iglesia y el muro antiguo. En cualquier caso, esta intervención va a convertir nuestra iglesia en un punto de referencia en Madrid, devolviéndole la importancia histórica y artística que siempre ha merecido.
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