El
evangelio de san Lucas nos presenta hoy a Jesucristo reinando desde el madero
de la Cruz. Lleva
la corona de espinas, que recoge en sí el dolor de los pecados y perversidades
del mundo entero. Se sienta en el trono de la Cruz, desde el que decreta su
última enseñanza: Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen. Su enseña es
el cartel que remata la Cruz: Jesús Nazareno, Rey de los judíos. Rey de todos
los que creen en Dios, Rey de la humanidad entera y de todo el cosmos. Rey de
Amor y Misericordia, que desde la Cruz sólo sabe amar a sus enemigos, derramar
su sangre por cada uno de nosotros y prometerle al mísero ladrón el Paraíso que
El nos conquista con su Cruz. Desde la Cruz, el Rey nos ha conquistado un Paraíso
para siempre. Terminamos este Año de la Misericordia muy unidos a nuestro Rey
Crucificado, para extender su reinado de Amor y Misericordia a través de
nuestra compasión y del servicio a los míseros y necesitados que Dios nos pone
en nuestra vida.
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