San Martín es uno de los primeros grandes santos que la evangelización de América hizo nacer en este continente. De condición social muy humilde, y de ascendencia mulata, se entregó desde muy joven al Amor a Dios y al prójimo. El Señor premió su entrega y su sacrificio cotidiano con grandes de dotes de humildad y sanación, que él empleó con gran generosidad al servicio de sus hermanos Dominicos, de los enfermos más pobres de su ciudad, e incluso de los animales del campo, a los que cuidaba y trataba como criaturas de Dios. La fe en Jesús hace posible el milagro de estas personas que cuidan de la Creación, unen en armonía las razas y clases sociales diversas, y hacen de una vida un servicio permanente de amor y Misericordia al necesitado. Pidamos su intercesión para que este milagro se produzca en nuestra vida, y podamos vencer todas las tentaciones de egoísmo, odio, rencor y división. Que el santo humilde de América nos llene de humildad confiada ante Dios y de caridad perseverante para el prójimo.
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