EVdHOY: “Jesús le dijo a la mujer samaritana: el que bebe de
esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del Agua que yo le daré nunca
más tendrá sed”. Qué difícil es asegurar la solución permanente de todos
nuestros problemas y la satisfacción segura de todas nuestras necesidades. El
que bebe vuelve a tener sed, el que arregla un problema espera el siguiente, y
el que consigue satisfacer un deseo volverá a sentir su necesidad. Sólo el don
de Dios, el regalo del Amor de Jesús, el Agua Viva del Espíritu Santo puede
instalarse en nuestros corazones para siempre. Sólo la presencia de Jesús en
nosotros, que tenemos que reavivar en este tiempo de Cuaresma, nos puede
asegurar algo para siempre. Hoy acompañamos a la mujer samaritana en su diálogo
junto al pozo con Jesús, y nos atrevemos a abrir ante el Señor el pozo de
nuestros deseos, necesidades e ilusiones. Esperando de El un Agua Viva que mata
la sed para siempre recuperaremos la alegría de poseer el regalo de una Amor
que nunca perderemos, y en el que nos podremos apoyar una y otra vez para conducir
nuestros problemas y colmar nuestras verdaderas necesidades.
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