Como otros años, estamos rezando la novena a la Virgen, compuesta por el que fue párroco de nuestro
pueblo, D. Ángel de Cancio, hace ya muchos años. Uno de los protagonistas de esta oración es
alguien que nos puede representar a todos: aquel “pobre pastor” llamado Antonio.
El se encontró con la Virgen en el día que menos pensaba y en un lugar tan
sencillo como el campo donde trabajaba. En ese encuentro con Nuestra Madre, su
vida cambió, y él mismo se convirtió en fuente de bendición para todos, hasta
el punto de que todavía hoy le recordamos con gratitud, pues a él le debemos la
presencia de esta imagen en nuestro pueblo. Pues vamos a hacer todos como este pobre
pastor. Vamos a esperar cada día esa compañía bendita de la Virgen en nuestras
vidas, aunque sea en los momentos más inesperados. Y vamos a acordarnos de ella
en los lugares en donde va nuestro trabajo: en el campo, la obra, la tienda, la
casa o en medio de la calle. Cualquier tiempo y lugar es bueno para acordarnos
de la Virgen y recurrir a ella. Que ella nos acerque al amor de Jesús,
mientras nosotros la querremos como siempre en nuestro pueblo, hasta que el día
26 de Mayo la acompañemos de nuevo a su ermita.
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