Una mano entera cabe en las grietas que se habían abierto en el muro de nuestra iglesia en los últimos años. Es preocupante ver su anchura, su extensión... y su profundidad, pues atraviesan el muro de la iglesia de cara a cara. Incluso pasa corriente de aire si uno se acerca mucho. Gracias a Dios en esta última fase de la obra se está procediendo a identificarlas bien y a ir cerrándolas poco a poco con tratamientos especiales, para que el muro recupere la solidez y la integridad que le son propias y pueda seguir sosteniendo nuestra iglesia unos cuantos siglos más.
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